Búscate un amante



El graffiti lo encontré el pasado mes de octubre mientras hacía una gira otoñal por los bosques del norte. Lo rescaté de una fachada de San Esteban de Gormaz. La oportunidad de hacer desaparecer la f y la r da al graffiti movilidad, lo hace polisémico. Entre la fragilidad que alerta contra la precipitación, que mide las consecuencias, que mima la delicada disposición de nuestra alma dispuesta a enamorarse, a encontrar el calor del otro cuerpo en el arrullo de los besos, y la agilidad, la excesiva facilidad, acaso, para convertir una experiencia significativa en un asunto apenas banal, media un rico manojo de posibilidades.

El que la sociedad, los popes, eso que llaman “la buenas costumbres”, y que tanta hipocresía ramplona suele esconder bajo su manto proteccionista, se empeñen en hacernos de papá y mamá de continuo, tratándonos como si fuéramos infantes de unos pocos años, indicándonos lo que debemos o no hacer, lo que debemos o no pensar, debería alertar nuestra capacidad y obligarnos a plantearnos la razón de tanto empeño. Todos sabemos de la fuerza de los tabúes y de la energía que requiere deshacerse de ellos; esa herencia: el bagaje de las costumbre, las creencias religiosas, las formas de ver la vida que se nos han impuesto y que no siempre son amables, que tantas veces alienan nuestras posibilidades y el empuje de crearnos nuestra propia vida.
Abrirse camino debería ser la consigna; el propio, el que nos conviene a cada uno, el que cada cual determine sin que tenga que rendir obediencia más que a sí mismo. Ni frágil ni ágil, saber simplemente de los ritmos del organismo, de la necesidad de encontrarnos con los otros, una pareja, un amante, cómo y de la manera en que nos dicte el ánimo y el afecto.
Recibí hace unos días un correo con un adjunto titulado Búscate un amante, cuyo autor es Jorge Bucay. Me parecieron tan sabios sus argumentos que no resistí la tentación de crear un vínculo aquí. Para Bucay, la alternativa a los antidepresivos, frente a un amplio abanico de problemas que nos agobian, es sencilla y llanamente la búsqueda de un amante. Si hay algo que no le funciona bien por dentro, si es pasto de tanto en tanto de la depresión, no lo dude, ponga usted un amante en su vida y déjese de pamplinas.







1 comentario:

  1. Gracias por tu comentario.
    No creo que el tema sea triunfar, lo que siempre parece ir unido a un referente externo. No me contaron nada, sólo me llegó el artículo de Bucay, al que por otra parte no he leído, razón por la que no puedo argumentar en relación al libro, aunque sí en lo referente al artículo, con el que estoy de acuerdo.
    En esencia creo que nuestro interés debe recaer sobre la persona, su búsqueda, su propia vida, aunque por cierto hayamos de tener a la política en cuenta. En relación a que choque con lo que es aceptable hoy, eso es harina de otro costal. No pertezco a la feligresía de los que creer que haya que doblegar el yo frente a presión de las convenciones. Tampoco era aceptable en los tiempos de Galileo el que la Tierra girase alrededor del Sol. La Tierra se sigue moviendo sin la necesidad de que hayas popes en el mundo que sustenten ese movimiento.
    Un saludo

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