La dictadura de la certidumbre

El Chorrillo, 15 de julio de 2016


Primero llevaba todo el día dando bandazos de un lado para otro y, después, adormilado, tirado en el sillón esperando a que se me pasara el muermo. Sobre las cuatro abrí los ojos y, mirando a través de la somnolencia, llegué a pensar que algo tenía que hacer, aunque no me apeteciera, cualquier cosa. Recordé someramente un a entrevista al psicólogo de Harvard Dan Gilbert días atrás, alguien que ponía el asunto de la felicidad en cuestión tratando de demostrar que eso de la felicidad era un asunto de química y que la cosa estaba en encontrar aquello que produce buena química en nuestro organismo. Descartados los tópicos del dinero y sus subsiguientes, apuntaba hacia... pero no, no esto asunto que me interese. Pensé entonces en un amigo que se deshace de los muermos largándose al monte y dándose un buen tute caminando hasta Peñalara o Cabezas de Hierro. Pero tampoco, esto no me servía, todavía no tengo coche y llegar hasta allí me lleva demasiado tiempo. La tercera opción me venía de alguien que arremetía contra el sopor de esos ratos de jodida indiferencia y aburrimiento colocándose frente al ordenador y tratando de escribir algo. Sí, algo, cualquier cosa. Así que en esas estamos, muerto de aburrimiento y con una desgana en el cuerpo de padre y señor mío tratando de abrirme paso en un juego de tira y afloja frente a la pantalla del ordenador. La escritura como terapia.



En esto estaba cuando el repartidor de Seur tocó el timbre de nuestra parcela. Me traía un ejemplar del último libro que había publicado el pasado diciembre y que todavía no había tenido la oportunidad de ver, La hortelana y su chico se van de viaje. En la portada, una pareja de jubilados que emprendían un largo viaje alrededor del mundo. Me gusta este acto de tener en las manos un libro nuevo del que por demás eres autor. Un buen tocho, me digo, mientras contemplo la portada y me veo a mí mismo y a la hortelana rebosantes del vigor de un día de marcha, que habíamos comenzado en torno a las tres o las cuatro de la mañana, allá por los montes Tauro, en Turquía. Hojeo por aquí y por allá y me encuentro con en las primeras líneas que encabezan el libro con una reflexión sobre el hecho de viajar: "Probablemente no se trata tanto de viajar por el mundo como de ver qué sucede en la confrontación entre el mundo y nosotros. Qué es lo que sucede en nuestro interior, en nuestra alma. Esa es la búsqueda, la de tu propio yo, la de ver cómo el mundo trabaja en nosotros esas cuerdas que nunca tocaste. Es algo que tiene lugar entre tu yo y el mundo, entre tú y la gente, entre tú y yo y todo aquello qué sucede a tu alrededor".

No recordaba yo esta reflexión que acaso viene como anillo al dedo a esta mi tarde de aburrimiento y de esperar a que algo venga a sacarme del sopor. Es cierto que viajando suceden "cosas" en ti que en otras circunstancias no sucederían; en cierto modo nuestro estar en el mundo es una continua confrontación con la realidad, con el tú, todo lo que no eres se acerca a ti, se te muestra como un interrogante que te obliga a razonar, a revisar tus puntos de vista, a tratar de encontrar una síntesis entre lo que crees, lo que piensas, la idea que te has hecho del mundo y de las personas y lo que la calle, los pueblos y las circunstancias del viaje te muestran en cada momento. Quien adopta la resolución de tratar de comprender la realidad que nos rodea lo tiene siempre difícil. En estas circunstancias al viajero, que se encuentra a cada momento con circunstancias y países tan distintos, le cabe la oportunidad de una situación privilegiada dada precisamente por esa diversidad por la que atraviesa.

Sin embargo, lejos ahora de los vaivenes de los viajes, cuando en las largas tardes de julio sólo parece haber espacio para dos, tres cosas fundamentales, porque el resto, recorrer tal o cual país, visitar esto o aquello, abandonado ahora como un lastre del que ya no podía tirar porque el cansancio había hecho un gran agujero en ese placer tan ponderado de viajar; lejos, digo, de ese trajín, pareciera difícil volver a retomar la vida diaria. ¿Cómo decir? Como si después de haber vuelto, atravesado un conocimiento de las cosas y las gentes del mundo, a uno le quedaran cada vez menos cosas por descubrir, supiera de antemano tantas cosas, hubiera adquirido tantas certezas que no mereciera la pena dar muchos pasos más allá porque el mundo puede encerrarse en un puñado de verdades. Porque el mundo puede encerrarse en un puñado de verdades. ¿Una vez más el conocimiento mata? ¿O acaso cada vez van siendo más reducidas las posibilidades de alumbrar una ilusión, esa llama engendradora tarde o temprano de proyectos, de retos, de ganas de levantarse cada mañana para comerse el mundo? ¿Debemos reconocer que llega un momento en que el mundo, acaso también la vida, se han hecho menos atractivos, más planos?

El antídoto contra esta peligrosa enfermedad que aflora con la edad y con la acumulación de experiencias me lo tropecé hace días en una entrevista al filósofo George Steiner, que en determinado momento empezó a hablar de la "dictadura de la certidumbre". Hoy, saboreando el gusto que me da no estar en ningún lugar de Oriente, ni en India, ni en Birmania, ni en y cualquiera de los lugares por los que viajamos este año, y a la vez apresado por las certezas de un mundo cada vez más caótico y tomado por los hilos que la codicia siempre de unos pocos ha ido urdiendo alrededor del planeta; un mundo donde se perfila un futuro presidido por las nuevas tecnologías, pero triste, despersonalizado, hecho a los modos de un consumo estéril; hoy, así las cosas y de postre con un tercio de la población de España votando a la mafia que los gobierna, cuando la certeza de que esto no tiene solución y que estamos abocados a un mundo de mierda por tantas razones, sentí con tal fuerza la presión de esa dictadura de que hablaba Steiner que llegué a pensar que era precisamente esa certidumbre la que me estaba jodiendo la vida. No lo que uno simplemente sabe o deja de saber, las ideas, cosas que pueden cambiar con el tiempo. Ortega a esas certidumbres las llama creencias, aquello que está profundamente enraizado en nosotros, que defendemos como propiamente nuestro y que apenas cambia con los años. Cuando esa clase de sustancia que en un principio era una idea, una reflexión, una deducción, se convierte en certidumbre, en creencia, en algo mucho más íntimo y personal, convive con nosotros de una manera mucho más plena, como si ello fuera parte de nosotros mismos.

Y así las cosas lo peor del asunto es cuando la certidumbre es tóxica y no hay manera de convencerse a uno mismo de lo contrario. Es como pensar que a ese treinta por ciento que vota al PP dentro de unos días se le va a aparecer la Virgen y van a descubrir una nueva verdad. Quizás hay casos en los que más valdría ser un perfecto ignorante y dedicarse a ver fútbol y a defender a Messi de esos "imbéciles inspectores" de Hacienda que se atreven a meterse con un pateabalones de postín.



Solidaridad frente a las urnas



El Chorrillo, 23 de mayo de 2015

Dedico cariñosamente este post al
autor anónimo del "papelucho" (el TDS dixit)
que se atrevió a escribir en letras de molde
PP=PARTIDO PODRIDO en un folleto reparitido 
a los vecinos.


Nos vamos en dos semanas para un larguísimo viaje y estos días me dedico a adecentar la parcela y dejar todo listo. Hoy me tocaba recortar los setos del sector norte. Subido en la escalera me empeñaba en recortar los ligustros y la madreselva que amorosamente se han fundido en una convivencia muy estrecha, cuando divisé un poco más abajo a una señora que se acercaba. Al perro, un chucho negro con pinta de miedica, le había asustado el ruido del cortasetos y se había refugiado junto a la falda de su ama. Cuando ésta pasó junto a mí contestó con un sobrio buenos días y siguió adelante con su chucho que llevaba la lengua fuera aquejado de calor. Volví a mi tarea pero enseguida algo me hizo volver la cabeza. La señora se había detenido, se había dado la vuelta y, ahora, con los brazos en alto levantaba el pulgar en señal de solidaridad. Tardé un segundo en darme cuenta de qué se trataba, la señora había sobrepasado la cancela de nuestra parcela donde yo había tendido días atrás dos grandes carteles electorales de Podemos y de repente había dejado de ser una aséptica caminante que daba los buenos días para convertirse en cómplice de un proyecto político. La leche, qué gusto me dio encontrarme a una desconocida con los brazos en alto celebrando nuestra común ilusión por el cambio. Nos despedimos como si fuéramos conocidos de muchos años. Días atrás Victoria y yo habíamos decorado nuestro todoterreno con carteles de Podemos y de nuestra agrupación electoral Cambiemos Serranillos del Valle y nos habíamos lanzado a las calles del pueblo a airear con la megafonía que habíamos construido con el amplificador de casa ese tema tan caro hoy de Mercedes Sosa, Cambia, todo cambia, junto a las consignas y a las convocatorias de distintos actos culturales que habíamos organizado desde la agrupación electoral. Calles bastante solitarias, a excepción del centro del pueblo, en donde era difícil ver un alma; sin embargo en cierto momento entre unas espesas arizónicas vimos cómo alguien mayor retiraba las ramas, asomaba la cabeza, sacaba una mano y alzaba el pulgar solidario como la señora de esta mañana. Hubo algún caso más, no muchos. En estos pueblos significarse con cualquier cosa parece un trance por el que no está dispuesto a pasar la mayoría de la población.

Cosas que levantan el ánimo. Ayer en el Cercanías un grupo de nuestro círculo, llevábamos puestas las camisetas de Podemos, tuvimos una experiencia similar; una pareja que nos preguntaba por el lugar del mitin al que acudimos, otra pareja mayor que espontáneamente enhebraba el discurso de quien navega en la misma barca. El tren era un embudo que se iba estrechando hacia Príncipe Pío hasta desembocar en el gentío que se dirigía al puente del Rey. La conciencia de compartir un proyecto, una visión de la realidad congregaba a toda esa gente en el acto de final de campaña.

Significarse, decía más arriba. Hablemos un poco de esto. En el tren discutíamos Brígida, Victoria, Ana y yo  sobre el hecho de que esa misma mañana en los buzones de los vecinos de Serranillos del Valle había aparecido un panfleto que ponía de vuelta y media a la antigua edil del Ayuntamiento, imputada por presunta malversación de fondos públicos y actual aspirante de nuevo a alcaldesa por el PP. Un anónimo muy oportuno que había tenido, frente a la osadía de la exalcaldesa de presentarse estando imputada, a las elecciones, la osadía también él de denunciar a viento y platillo los hechos. El panfleto estaba cruzado en su mitad en grandes caracteres por estas palabras PP=PARTIDO PODRIDO. ¡Hele! ¿Quién da más? ¿Quien puede decir una verdad tan como un puño como ésta? Y Ana, a la que conozco poco y que me ha venido a sorprender en este corto trayecto en el Cercanías, decía, y con razón, que es verdad, que nos hemos vuelto un tanto pusilánimes, un tanto blanditos a la hora de gritar la verdad y llamar a las cosas por su nombre. Y defendía esa necesidad de decir lo que uno piensa sin tapujos ni miedos a significarse delante de los demás.

Significarse. Frente al hecho del panfleto buzoneado, a los pocos momentos en las redes sociales uno de los partidos que se presentan a las municipales en el pueblo, el TDS, entendía que a toda prisa tenía que hacer un comunicado (que no leí entonces, porque soy muy perezoso para leer determinadas cosas, pero que hoy para ser un poco coherente tuve que repasar) para desmarcarse de la posibilidad de que alguien los pudiera identificar con aquella octavilla. Así que me veo en la obligación de leer dicho comunicado. Y, ay, amigos, una vez más ya la tenemos. Días atrás tuve con el TDS algún encuentro por escrito acerca de algunas palabras icónicas como transparencia y democracia y que no quise continuar porque el asunto era sumamente aburrido, y eso con todos los respetos del mundo; pero lo de hoy no, lo de hoy no pasa. Queridos amigos del TDS (sería más justos dirigirme a la persona que escribió el comunicado), os dirigís al personal como si fueran tontos de remate, tontísimos ellos. Se ve que la fluidez con que utilizáis el lenguaje hace que en algún momento perdáis el norte. Ya Iván hizo un comentario a un post mío anterior calificándolo así sin más de pataleta. Ahora cogéis y encabezáis vuestro comunicado calificando, con un prepotente y arrogante tono, de "papelucho" unas palabras que un vecino, harto de la corrupción en el ayuntamiento, envía a sus otros vecinos instándoles a votar otra cosa que no sea esa corrupción. "Aplausos" para el que escribió el comunicado del TDS, genial. ¿Papelucho?

A Dios gracias la inteligencia todavía puede preservar nuestra capacidad de pensar. Y además, todo eso el comunicante lo dice "desde el respeto": ¡ja! Menos respeto no se puede demostrar. Y para que la cosa quede con la consabida guinda del pastel resulta que hay que votar (TDS dixit) al que se lo merezca, no al que os coaccione. ¿Coaccionar? ¿Ha mirado en el diccionario el comunicante lo que significa la palabra coaccionar? ¿O es que piensa que está rodeado de analfabetos?

Otra guinda: "No debemos cruzarnos de brazos", dicen a bombo y platillo en el TDS. ¿Ante qué no debemos cruzarnos de brazos? ¿Ante qué? ¿Serían tan amables de indicárnoslo? Me parece que es más que obvio que el problema central del país y sobre todo de Serranillos del Valle en nuestro caso es la CORRUPCIÓN. ¿Quién se cruza de brazos ante la corrupción, el TDS o el comunicante? ¿Quién? Estoy firmemente convencido de que el que escribió el "papelucho" da cien vueltas a toda esa fábrica de palabras bonitas que usáis detrás de las cuales nadie sabe lo que hay. Eso o buscáis a alguien que se exprese con propiedad sin hacer vejación de lo que otros vecinos deseen expresar
A uno, que tiene el temperamento un tanto caliente, de tanto en tanto, cuando se encuentra en el camino gurúes que no se cruzan de brazos pero que no dicen ni mu frente a la corrupción, que hablan desde el respeto y no respetan en absoluto, no le sale otra cosa que decir lo que piensa moleste a quien moleste.

Pilatos también se lavaba las manos, no quería problemas con nadie.

Por cierto, que mi firme defensa de la libertad de expresión no llega a tanto como para que me vea obligado a contestar a descortesías o inadmisibles faltas de educación. Si alguien desea comentar algo, por favor que use de argumentos o ideas. Lo demás irá a la basura sin leer.  


Grupo salvaje, de Sam Peckinpah


 El Chorrillo, 20 de mayo de 2015

Grupo salvaje, de Sam Peckinpah

Una película que vi tiempo ha bailaba en mi retina en estos días de campaña electoral como una premonición  de esa desesperada guerra del PP, escorpiones que un día habrán de perecer ante un no muy amable levantamiento de las hormigas, por continuar succionando del tejido social los réditos del trabajo común. Una guerra sin cuartel para un tiempo de paz en que las armas habrán de ser sustituidas por una conciencia de clase capaz de usar inteligentemente las urnas.


Grupo salvaje

Sam Peckinpah. Grupo salvaje.
Las hormigas devoran a los escorpiones
mientras los niños de ojos grandes
como estrenando mundo
meten sus palitos y cubren de himenópteros
la rosada desesperación de los condenados a muerte,
ríen, juegan serenamente acuclillados sobre el hormiguero.
Película de espectáculo de niños, de hormigas,
del hombre cazando al hombre
del hombre que ríe
de la mujer que llora y canta
del general que juega a la guerra.
La broma de vivir,
los ojos negros negros, los abstemios,
el oro del rey Midas presente como Dios
al principio y final de todas las catástrofes.

Suena la noche del tecnicolor como un grito entre las manos
como un largo túnel
que esponjara la voz
hasta convertirla en el bramido irreconocible
de una solitaria parturienta
a quien la vida de sus entrañas
reclamara su luz cuando la luz no existe
y todo es oscuro como una quebrada existencia sin esperanza;
bramido prolongado en la resonancia
de las concavidades de la cueva,
largo intestino petrificado
en donde sólo se oye la voz del silencio,
y muy de tarde en tarde
el gorgojeo de un lejana y flatulenta digestión.

Suena un silencio grave
sobre la faz de aquel desierto de piedra.
Por la puerta de la ciudad desfilan
huyendo del hedor de la descomposición de los cadáveres
como judíos sin tierra
gentes llenas de polvo con el cuerpo oliendo
al acre aire que dejaron los muertos.
La ciudad ya es de la sangre
de la estúpida muerte,
hormigas y escorpiones arden
ante los ojos de los niños rientes.
De todos los anhelos ciegos
de las razones estúpidas que salen del cuerpo de los hombres
de su infantiles pasiones
sólo queda el terrible reguero de sangre
los restos de la pira de una ciudad en llamas.
El círculo se cerró
el largo callejón sin salida se convirtió en fondo de mina
en donde de pronto cedieron los soportes.

Apoyado sobre las jambas del desastre
los ojos vacíos, el semblante abrumado
un hombre medita largamente mientras los títulos de crédito
cierran con sus risas la oscuridad del cinematógrafo.


¿En defensa de la incultura?


El Chorrillo, 5 de mayo de 2015


Hacía unos minutos que estaba en el quirófano, yacía tumbado sobre una camilla y me habían tapado la cabeza con algo transparente. Veía difusamente al otro lado manchas de luz tenues en el centro de las cuales un foco potente y evanescente en los bordes aparecía como dispuesto a iluminar algún escenario, mi ojo precisamente. Un bisturí rasgó aquel objeto transparente para dar acceso a mi ojo, la doctora, con voz sosegada y tranquila, anunciaba como un susurro cada uno de sus actos: ahora vamos a hacer un corte, no va a sentir nada, intente relajarse un poquitín, ya hemos quitado la catarata, ahora vamos a introducir la lentilla, va a sentir un chorro de suero sobre el ojo. El resquemor que me había producido desde hace muchos años este momento había desaparecido por completo. Tengo visión por un solo ojo y la posibilidad de que un mínimo accidente en la intervención me pudiera dejar ciego campanilleaba allí al fondo de mi inconsciente como un mal sueño que hacía que recordara vivamente a mi padre que perdió la vista unos pocos años antes de su fallecimiento. Todo fue bien. Cuando me incorporé sentí tal agradecimiento hacia la doctora, su ayudante y el anestesista que mi emoción no fue capaz de manifestarse de otra manera que no fuera por un breve y austero gracias.

Una operación de cataratas hace años era algo más complejo que necesitaba hospitalización. Hoy le levantas de la camilla del quirófano y en unos pocos minutos más estás en la calle. Es imposible no estar tremendamente agradecido a todos los investigadores que a lo largo de la historia han hecho posible llegar hasta donde hemos llegado en el campo de la medicina. Y es lo mismo para otros campos de la ciencia o de la cultura en general. La cultura, eso que ha hecho posible que los hombres pudieran bajar de los árboles para convertirse en personas, es la expresión de lo mejor que hay en el hombre; su capacidad de crear, de transformar la realidad, su capacidad para hacer música, para crear obras literarias, su capacidad para suscitar en nosotros intensas emociones a través del arte, su capacidad para crear elementos con que protegerse del frío y satisfacer el hambre o la sed ha contribuido decisivamente a transformar al salvaje que éramos en los tiempos prehistóricos. Todo ello es cultura, la inteligencia y la interpelación sobre la realidad han hecho del homo sapiens el ser más complejo y maravilloso que pueda darse en el universo.





Vienen estos prolegómenos a cuento de que días atrás alguien hacia escrito en mi muro un comentario que me pareció preocupante, alguien que después de “alabar” algo de mi escritura, introducía un punto y aparte y allí, como quien desea esconder un trozo de cianuro entre un apetitoso bocado, venía a decir algo así: que esa cultura era lo mismo que lamentablemente marcaba a tanta gente de este país. Se refería a la cultura y a la cantidad de ocio que el comentarista adivinaba debía disfrutar yo. A esta persona le molestaba que hubiera gente que tuviera cultura, pero no se conformaba con eso, además le parecía un estigma que hubiera gente que pudiera disfrutar de una buena ración de tiempo libre. Parecía venir a decir en sus palabras que la culpa de los males de España estuviera en el hecho de que hubiera desgraciadamente tanta gente con cultura y tiempo libre.

Despacho el asunto del ocio y luego sigo con el de la cultura. Al comentarista le debía molestar sumamente que yo, después de haber empezado a trabajar a los quince años y dedicar otros más de cuarenta a ganarme el pan, pudiera disfrutar ahora de ese inmenso regalo que son los años de jubilación. No sigo con este asunto que quizás me lleve a escribir otro post. Continuemos con el tema de la cultura.

El comentario venía al final de una no muy pacífica discusión que yo quise dar por finalizada porque me resultaba aburrida en primer lugar y después porque era algo que no llevaría a nada en el caso de continuarla. La cosa iba de política y ya se sabe que hablar de política supone la posibilidad de levantar incendios a la vuelta de cualquier esquina. Conoces a una persona desde hace décadas con la que tienes una relación cordial, introduces uno de estos temas y como no haya acuerdo ya la tenemos liada, sapos, demonios, rayos, truenos, todo es posible. Deberíamos llevar encima un sistema de alarma que se disparase en el momento en que una de estas situaciones pudiera darse. Alarma, pies para qué os quiero en el instante en el que el peligro pudiera merodear la conversación, porque es obvio que personas agarradas a ciertas convicciones puedan enloquecer y sacar a relucir su ser irracional en las cercanías de cualquiera de estas situaciones.

El razonamiento que utilizaba mi interlocutor es algo que he visto usar con mayores o menores variantes. Últimamente fue en relación con algo que alguien había escrito en donde abogaba por votar a IU por encima de otro partido. El título del artículo, un conjunto de ocho o nueve palabras, contenía tres faltas de ortografía. Cuando a la persona que lo había compartido, francamente muy identificada con IU, le hice observar qué podía significar el hecho de hacer un largo análisis sobre algo encabezado con tales errores, enseguida me contestó diciéndome que probablemente Cospedal o Bárcenas o cualquier otro del amplio anecdotario de sinvergüenzas del PP no cometían faltas de ortografía y sin embargo… Ergo, para defender a su articulista, porque ambos eran de IU, venía a decirnos que entre una persona culta y otro no tal culta él podía dar su apoyo al segundo aunque este último no supiera hacer una o con un canuto; lo que daba consistencia al argumento de este era el hecho de que fuera de izquierdas. Cuando tan pobremente dejamos a un lado el combate de las ideas para conformarnos con dar el visto bueno a un análisis por el hecho de que proceda de tal o cual partido estamos haciendo un flaco favor a nuestra inteligencia y a todos aquellos que puedan oírnos. Cuando una persona no es capaz, por ejemplo, de ver la diferencia entre el verbo “haber” y la expresión “a ver”, o cuando confunde “echo” de echar con la palabra homónima del verbo "hacer" uno necesariamente tiene que dudar de las posibilidades que tiene esa persona de confundir otras cuestiones más complejas relacionadas con el hecho político. Naturalmente son ejemplos y ya se sabe que el que tiene boca se equivoca, pero para una persona acostumbrada a leer durante toda su vida no es difícil hacer una radiografía de otra a partir de un corto texto, pese a esa posibilidad siempre plausible de equivocarse.


La cultura nos hace libres. La capacidad de analizar es una imperiosa necesidad que necesitamos adquirir si queremos contribuir a construir una sociedad mejor, si queremos deshacernos de la esclavitud que supone ser engañados durante generaciones por los cretinos de siempre a través de argumentos falaces o simple mentiras vertidas en los medios, ser engañados por los políticos de cualquier partido, por los que se ceban en la ignorancia para obtener votos con que conseguir fines espurios. No seremos buenos ciudadanos mientras nuestra educación sea insuficiente como quiere ahora el PP; nos quieren carne de cañón; es erróneo hacer desaparecer la filosofía de los planes de estudio para convertir la educación en un exclusivo medio de formación profesional. Como si ello constituyera el fin esencial de nuestra formación humana, máquinas para producir más y generar más beneficios para a ese diez por ciento que acapara la riqueza mundial. Eso quieren ellos, cuanto más incultura mejor, cuanto más incultura más fácil hacer de la población un sumiso rebaño, esa mayoría silenciosa por la que Rajoy aboga miserablemente desde el principio de la legislatura.

Pasé treinta y tantos años de escuela escribiendo en caracteres de medio metro en las paredes de mi aula la palabra “pensar”. Pensar, desarrollar la curiosidad, cuestionar todo, que el sentido crítico sea una bandera siempre alzada en lo alto de nuestra consideración. Pensar, desarrollar el intelecto, eso es cultura. Todo el mundo sabe que no es eso por lo que se trabaja en este país, basta ver los datos de máxima audiencia de la televisión, comprobar qué es lo que aparece continuamente en los trending tópic de Twitter para comprender el nivel de cultura en que andamos metidos. El otro día aparecía en el periódico que un cuarto de la población en nuestro país todavía piensa que el sol da vueltas alrededor de la Tierra, vamos, como en plena Edad Media, como en los tiempos de Galileo.




Mis disculpas a la gente del TDS


El Chorrillo, 3 de mayo de 2015

La aparición en mi muro de Facebook de una lengua histérica y viperina que parecía querer curar sus problemas psicológicos a mi costa y a costa de otra gente de bien que dedican su tiempo y su dinero a mejorar su entorno, me ha obligado a releer mi último post relacionado con este partido político. Diferentes comentarios adicionales en donde se me trataba de arrogante o se hablaba de mi texto como de una pataleta, o donde se introducían distintas inexactitudes de orden menor me afirmaron en la necesidad de revisarme y hacer una nueva valoración de aquello.

Primero de todo quiero indicar que lo que motivó mi escrito era una simple cuestión de perogrullo sin la menor importancia, el hecho de que alguien hiciera pública una encuesta sin el respaldo de una mínima ficha técnica, los datos de muestreo o ni siquiera el nombre del autor o autores de la encuesta; ello me invitó a hacer una crítica sobre el significado de esa manera tan atípica de proceder. Como creo que vivo entre gente civilizada y no deseo hacer otra cosa que comportarme como tal, eso sí, reservándome al derecho de no permitir en los ámbitos de mi perfil la intrusión de marcianos ni gente nada respetuosa con los demás.

Bien, he hecho un paréntesis para releer despacio mi texto del otro día y estoy asombrado porque no encuentro absolutamente nada que esté fuera de lugar, nada que merezca todo ese revuelo de palabras que ha provocado. La verdad es que me gustaría haber podido hacer una rectificación, no tendría ningún problema en reconocer mis errores, no me debo a nadie y lo que escribo o hago, como todo adulto que se precie, está hecho bajo mi propia responsabilidad.


Así que pensando en cuál es la situación lo único que se me ocurre es que estamos ayunos de que otros nos critiquen, lo que dado el caso provoca que muchos se rasguen las vestiduras, digan que he dichos cosas que no he dicho y se indignen por haber tocado el sacrosanto pelaje de su nuevo partido. No debería pasar nada con estas cosas, simplemente sucede que como estamos inaugurando una nueva democracia deberíamos estar abiertos a todas las críticas que nos echen encima. Pretender lo contrario, que no las haya, es tener un pobre concepto de la democracia. Pretender decir que uno ha escrito cosas que no ha escrito, ahí están las palabras para comprobarlo, o se ha portado de una manera que no se ha portado es volver a reproducir el ping pong de siempre, es la actitud corriente en el PP y PSOE desde hace décadas. Nosotros no, nosotros no queremos ser así, hablo de la gente de la calle que mira el futuro con esperanza. ¿Por qué se desmorona IU, por qué Podemos pierde fuerza?, yo creo que es sencillo de explicar, no han sido capaces de hacer un ejercicio de síntesis entre el ideario de sus líderes y el criterio de las bases, no han querido pasar por el aro de la crítica y aceptarla. Es totalmente imprescindible que nos movamos en otra dimensión y esta dimensión, como muy acertadamente el TDS ha colocado en sus siglas, viene encabezada por la necesidad de transparencia y democracia, una democracia no ficticia como la que tenemos actualmente sino una democracia en donde cada uno tenga la oportunidad de decir lo que piensa o hacer una reflexión sobre los aspectos que crea convenientes. Sé que esto o cualquier otra cosa que se escribe en los medios la gente como mucho lee a vuelapluma un trozo del texto, razón por la cual hay tantos dispuestos a sacar la navaja al primer soplo de crítica; habría que pedir más paciencia y una lectura más sosegada, sobre todo a aquellos que pretenden rebatir alguna idea.

Este blog no es un blog de política, es el blog de un tío metido a pasar el rato reflexionando sobre aquello que se le ocurre, no tengo ninguna pretensión más allá que no sea la de dar salida a una necesidad de expresión. Tampoco tengo especial interés en que se me lea, he cumplido ya muchos años y estoy curado de muchos sarampiones, de ahí que si alguna pretensión puede encerrar mi escritura en torno a temas políticos sólo tiene que ver con mi deseo de aportar un pequeño grano de arena a contribuir a mejorar mi entorno, las instituciones, etc. Dicho lo cual, y aunque alguno no se lo quiera creer, picoteo de aquí y de allá donde me viene al paso para situarme donde creo que tengo que estar, en cuestionar asuntos que no resultan claros, en denunciar lo que creo que es intolerable, días atrás fue un escrito denunciando la corrupción que se ha fraguado en algún momento en el ayuntamiento; para contribuir a poner en movimiento alguna agrupación que como el TDS probablemente quiere y desea cosas muy parecidas a ellos mismos.

¿Por qué leñe nos encerramos continuamente en el prurito de ser únicos y nos cuesta tanto esfuerzo unir fuerzas? Una de las primeras cosas que hice cuando creamos el Círculo de Podemos en el pueblo fue preguntar por otras opciones políticas existentes en el pueblo, me dijeron que existía el TDS y propuse que alguien hiciera de enlace acaso para poner algo en común. Uno de nuestros compañeros se encargó de hablar con el TDS; el encuentro se pospuso, se nos dijo, para más adelante.

Vamos a ver, ¿cuándo vamos a dejar de pensar que los otros son memos, gilipollas, interesados en no sé qué que nosotros no sé qué? ¿Es esto lógico en un pueblo de cuatro gatos donde lo normal sería que la gente decente que quiere trabajar por el cambio se una y hombro con hombro constituya una fuerza suficiente para arrasar y poner al descubierto a todos los corruptos, a todos los que usan el ayuntamiento para su lucro personal? Vivo en un cerrillo desde donde veo el pueblo sólo en la distancia, no tengo contacto físico con el pueblo, pero me interesa la gente, que las instituciones funcionen, que los golfos desaparezcan, que la cultura se desarrolle; por eso un buen día me acerqué al pueblo, alguien me había invitado y entendí que era el momento de mover el culo por algo que no fuera en mi sólo provecho, comprendí que no podía aplazar mi obligación hacer algo, algo para contribuir al hecho social común. Por favor, dejad de interpretar mal y entender que es hora de aunar fuerzas y no crear enfrentamientos en donde en absoluto los hay. Si realmente creéis que esto es tan perjudicial, que me he pasado en la crítica estoy en disposición de borrar toda referencia de lo que he escrito por ahí en torno a vosotros. Al hecho pecho.


Pido disculpas a la gente del TDS, no a esa persona que irrumpió esta tarde de manera incivilizada en mi muro, por lo que hayan podido considerar ofensivo, en absoluto fue mi intención. Soy indiferente a las siglas, igual habría podido caer en el TDS si alguien me hubiera llamado; creo que las siglas no tienen en absoluto importancia, lo que cuenta es el trabajo que nos planteamos, nuestra actitud democrática, nuestra convicción de que es necesario cambiar este país, nuestro pueblo, nuestro entorno. Aunque no voy por Serranillos más que de Pascuas a Ramos conozco y me conoce mucha gente por el hecho de haber dado clase en la zona durante treinta años. Bien, mis treinta años, treinta años, de trabajo en la escuela no han tenido otro sentido que trabajar día a día por ayudar a desarrollar seres libres, críticos y solidarios. Muchos de mis exalumnos de Serranillos pueden dar testimonio de ello. Algo parecido pretendo hacer ahora desde otra perspectiva. Si en algo puedo ser útil para el pueblo estoy dispuesto a colaborar. 

Musicodormir



El Chorrillo, 2 de mayo de 2015

Noche de musicodormir de una manera tan agradable que llegué a pensar que era la mejor forma de hacer dos cosas a la vez, oír música y dormir. Primero escuché un cuarteto de Debussy que me resultó asombrosamente corto, posiblemente porque más de la mitad lo dormí bonachonamente acurrucado en un dulce bienestar. Luego fue la Kiri Te, Kiri Te Kanawa, con unas arias de Puccini. Me despertaba, medio tumbado en el sillón con los pies sobre un puf la oía a ella cantar aquello de O Mio Babbino Caro, o aquello otro de Si Mi Chiamano Mimi y era una gozada musicodormir arropado por el leve cansancio de una larga caminata que había hecho esa tarde por los campos rabiosamente bellos cuajados de amapolas, mostaza de campo, jaramagos y chupamieles, amén de ese manto verde de la cebada que se mecía como olas tranquilas cercanas al crepúsculo. Después volvía la oscuridad a mis oídos y entraba y regresaba al suave oleaje del sueño donde la música de Oh Caro Mio llegaba como si estuviera entrando por el Canal Grande en Muerte en Venecia el mismo Dirk Bogarde en el papel de Gustav von Aschenbach, un personaje que ensueña en el amanecer rodeado por la música de Mahler. Hasta Puccini llegó a su fin haciendo del tiempo una curiosa balsa de confusa duración. Cuando el disco tocaba a su fin mi teléfono le daba un toquecito en la espalda al amplificador y éste emitía un ronroneo de gatos haciendo el amor en mitad de la noche y ello me despertaba. Entonces echaba la mano a la mesita procurando no despertarme demasiado y buscaba otro tema con que arrullar mi sueño; hasta Bruckner llegó a entrar en escena con una larga sinfonía. Jo, hasta la música del anciano y venerable Haydn tuvo también su momento. Sonaban los alegres compases de su Sinfonía 95 cuando otro ruido diferente al de los gatos me sacó definitivamente de mi musicodormir, la batería del teléfono me pedía que conectara éste a un enchufe. Una lástima; con lo a gusto que yo estaba... Me levanté, busqué el cargador, conecté el teléfono a la red. Ya fue inútil volver a penetrar en aquel espacio semimágico mezcla de música y dulce vagar por las aguas tranquilas del duermevela.

Pensé entonces en esos maravillosos momentos que la vida te regala sin que tú hagas absolutamente nada para merecerlo. Días atrás había tenido unos instantes de parecida intensidad. Era sábado por la mañana y yo caminaba por las calles de Usera después de hacerme una analítica para el preoperatorio de la intervención de cataratas que me realizarían después de una semana. Había desayunado en un bar y el dependiente, un negro negro salido de Lo que el viento se llevó me había saludado con un familiar "buenos días, vecino" y me había puesto un café con un croissant a la plancha cubierto de mantequilla y mermelada; después me había echado a la calle como quien emplea su relajado ocio matinal por una desconocida ciudad de alguna parte de Serbia o Rumanía. Y fue unos pocos minutos más tarde que ocurrió de nuevo el milagro. Sentí que por mis órganos internos, desde los pies a la cabeza, empezaban a formarse pequeños riachuelos de felicidad. Comenzaban a aglutinarse alrededor de las rodillas y poco a poco me subían a lo largo del cuerpo como un espumoso champán para remansarse a la altura del plexo solar, un lugar donde Unica Zurn, recogiendo enseñanzas orientales, localizaba el centro de la persona, un lugar donde el dolor y la alegría de vivir se daban cita. Las calles de Usera estaban dominicalmente tranquilas. Sufrí de niño una atrofia del nervio óptico del ojo derecho que me llevó a perder la visión de ese ojo y siempre tuve miedo de perder algún día la vista del único ojo que me queda. Paseaba lentamente, disfrutaba de esta mañana de primavera, me sentía discretamente feliz, ya ni siquiera me asustaba esa posibilidad remota de un accidente quirúrgico que me dejara ciego. Paseando por Usera sentía que la vida me había dado tanto que sólo me preocuparía lo que pudiera implicar a mi familia una situación así; pero esta sensación era una más entre otras, otras en donde era posible escuchar el murmullo de las olas arrastrándose por un lecho de cantos rodados que sonaban como campanillas de un templo tibetano.

En las proximidades de las vías del Cercanías los taludes se han llenado de amapolas y jaramagos, rojo sangre y amarillos de esos que pueblan tantos cuadros de Van Gogh. Tiempo como detenido a la vera de las ocupaciones diarias, de los asuntos de la política que median en las proximidades de unas elecciones. Que pasen estas cosas dentro de uno de tanto en tanto es uno de los mejores regalos que se pueda concebir y que confirman aquella idea de Wells en La puerta en el muro, hoy escribo por segunda vez de esta dichosa puerta, de que no se encuentra lo que se busca, de ahí ese absurdo de pretender buscar la felicidad, esa cosa tan escurridiza que sólo asoma sus naricillas por nuestro organismo cuando a ella le da la gana y como mucho en circunstancias en que hemos sido capaces de crear las condiciones necesarias en nuestro cuerpo y en nuestro ánimo para que ella germine. Luz, humedad, calor, ciertas lecturas, cierta música, ciertas actividades en la soledad de la noche en el mar o las montañas, cierto trabajo de atención a la abuela que tan viejita está... quién sabe los caminos del Señor. Quién sabe si sólo se trata de un porque sí, un algo que como sucede en primavera en algún insólito lugar desértico surge por generación espontánea para llenar de belleza unos pocos e inhóspitos centímetros cuadrados.

Sobre la ingenuidad del TDS


El Chorrillo, 1 de mayo de 2015

Anécdotas para un tiempo de elecciones, una aproximación a lo que nos depara el futuro si no andamos avispados. No es propio de este blog que me detenga en asuntos locales de mi entorno, pero estamos en periodo de gestación de acontecimientos interesantes y no voy a desperdiciar la ocasión para aprovechar el anecdotario que la situación va a sugerir; ayer fue la candidata del PP, hoy se trata de otra candidatura diferente. Me auguro entretenimiento para estas semanas que vienen a costa de las elecciones. Voy a hacerles caso y voy a no cruzarme de brazos, como reza un hashtag que ellos promueven, ante el ir y venir de unos y otros en torno a las elecciones próximas.

Resulta simpático comprobar cómo una agrupación política dispuesta a concurrir a las elecciones municipales próximas se las arregla para ir organizando su estrategia de cara a obtener el mayor número de votos posibles para su agrupación. En este caso se trata del TDS, partido político de Serranillos del Valle que, ante la inminencia de echar a correr a ver quién llega primero y tratar de ganar votantes en el municipio no se le ocurre otra cosa que inventar una supuesta encuesta en cuyos resultados ellos, ya de entrada, ocupan la cabeza a una respetable distancia de los demás, lo que supuestamente invitaría a los vecinos, siempre dispuesto a sumarse a alguna mayoría, a votar al TDS. Para Goya el sueño de la razón produce monstruos, para la gente del TDS el sueño primaveral que aventa las semillas de los olmos y los álamos produce en ellos el espejismo de una encuesta que no hay por dónde cogerla.

Vamos con los datos. Según ellos la encuesta ha sido realizada por  ‪#‎ServicioDeEncuestas (?). Bien, tecleas en Google  ‪#‎ServicioDeEncuestas y lo que obtienes son dos referencias, una el tuit de ellos mismos donde aparece la encuesta, y otra en una cuenta de Twitter de una mujer miembro de ese partido. Así que primera conclusión: ‪#‎ServicioDeEncuestas no existe, es un invento de TDS. Lo sabe todo el mundo, si no estás en Google no existes :). Continuamos con el tema de los números. Según ellos los participantes en la encuesta fueron 607 vecinos sin contar NS/NC, pero dado que en las últimas encuestas políticas éstos últimos representan más del veinte por ciento, hemos de suponer que el número total de encuestados es de 607 más ese veinte por ciento; total de encuestados en definitiva, unos 720 sobre una población total en torno a los cuatro mil habitantes contando los que no están en edad de votar. Si tenemos en cuenta que una encuesta típica de expectativa de voto a nivel nacional se realiza sobre una muestra entre mil y mil quinientos encuestados para una población de cuarenta y tantos millones, cualquiera entenderá que el que elaboró la "encuesta" le debió de pillar en medio de una melopea nocturna y, puesto a inventar números no se paró mínimamente en ajustar sus datos a la realidad. Peor asunto es que a la mañana siguiente, ya en medio de la resaca matinal, continuara empecinado en subir esos datos a Twitter. Y no sólo eso, para dar más respetabilidad a los resultados colocan un enlace a una web que como una pescadilla que se muerde la cola nos lleva de Facebook a Twitter sin más contenido ni chicha ni limoná que el susodicho gráfico reproducido en uno y otro lugar como dos hermanos gemelos. Conocer un poco de Excel o similar da la posibilidad a cualquiera de inventar cualquier cosa. Por demás, en una abundancia boba sobre un asunto baladí, hay que decir que es criterio general para los realizadores de todo sondeo electoral que éstos informen de:
Quién realiza el sondeo y quién lo encarga.
Datos técnicos de la muestra y la fecha de campo.
Texto de las preguntas y número de personas que no han contestado.

Esta es la obra de arte, la encuesta inventada para proporcionarme a mí un rato de relajo entre mis ocupaciones diarias:



Ahora lo que cabe preguntarse es que, si un grupo del que lo que sabemos es por lo que ellos reflejan en las redes sociales actúa así elaborando falsas encuestas para promocionarse en la corrala vecinal, ¿qué puede suceder con el resto de su programática transparencia y democracia, esa es la trascripción de las siglas TDS (Transparencia, Democracia, Serranillos). Visto lo fácil que es inventar una encuesta que nada tiene que ver con la realidad, se me ocurre que igual pueden inventarse otros significantes vacíos de significado, esos que nombran transparencia y democracia, y que pueden estar ahí como las luces de verano en las fachadas de las casas para atraer a mariposas y otros insectos.

Digo yo, que para los tiempos que corren en que los ciudadanos estamos empezando a comprender que la política es asunto de todos y por tanto algo en que debemos de participar personalmente votando, expresándonos, discutiendo, eso de transparencia y democracia suena bien, pero ¿no estamos acaso una vez más ante una operación de marketing, un querer hacer política a la manera de siempre sólo que orientando los eslóganes hacia esas palabras luminosas que nos traen los aires de renovación en el país? Por ejemplo, ¿es transparente este partido utilizando esta añagaza de encuesta?, ¿es transparente poniendo sus cuentas a disposición de quien quiera verlas?, ¿es transparente en el modo de crear sus candidaturas?... Y respecto al segundo concepto, Democracia, yo soy vecino del pueblo y no he tenido ni la posibilidad ni el conocimiento de poder participar en la elección de la candidatura que presenta el TDS. ¿Quién voto esa candidatura?, cuántos votos obtuvo cada candidato? ¿Es eso democracia?

Si al TDS le quitamos la T de transparencia siguiendo los argumentos de más arriba, suprimimos la D de Democracia porque la democracia no somos capaces de verla por ningún lado, lo único que nos queda es una S, el limbo y el interrogante de qué hacemos con Serranillos del Valle. Corren buenos tiempos, tiempos de esperanza e ilusión porque algo se mueva en favor de la gente, de los ciudadanos de a pie, en este desgraciado país. Quizás sea el momento de gastar nuestras energías en aunar fuerzas y recalar en ese pedazo de honestidad que todo vecino lleva dentro, unos más escondido que otros, para no perder el norte, echar a los corruptos de las instituciones y tratar de trabajar por un pueblo donde la transparencia, sí, la transparencia y el buen hacer nos lleven a estar verdaderamente satisfechos de vivir donde vivimos.

Espero que la crítica y el análisis de la realidad sea también un espacio en donde todos los vecinos podamos encontrarnos. Sería hermoso comprobar que en un pueblo pequeño como éste puede ejercerse la democracia y hacer de la calle un ágora donde todo puede ser discutido y decidido.


Olga Fernández Fernández, ¿una corrupción más en la cueva de Alí Babá del PP?


El Chorrillo, 1 de mayo de 2015

 (Olga Fernández es candidata por el PP a la alcaldía de Serranillos del Valle. Actualmente está imputada en un caso de presunta malversación de fondos públicos referido al periodo que ejercía como alcaldesa, cuatro años atrás.)

De Olga, a la que seguí día y medio en Twitter hace tiempo para ver por donde respiraba y cuyo seguimiento hube de abandonar inmediatamente porque resultaba soporífera su labor de retuiteo un tanto ingenuo, infantil y ridículo, apenas sabía nada, pese a vivir en el mismo término municipal, hasta que saltó a la prensa su imputación por presunta malversación de fondos públicos, un tiempo en que a las filas del PP todavía la mierda no les llegaba al cuello. Antes de seguir adelante tengo que decir que las decenas y decenas de ciegos y compulsivos retuiteos de entonces de la exalcaldesa iban dirigidos contra un ciudadano llamado Monedero cuya honestidad a prueba de bomba debía de hacer rechinar los dientes a la exregenta municipal y a toda la mafia del PP.


 Debo confesar que salvo esta locuacidad tuitera de pasarse la mañana retuiteando como una posesa y de la deuda que dejó en el ayuntamiento (algo más de seis millones) apenas sé más, ni quiero saber. Uno, que vive en el campo, donde el eco y los ruidos de la municipalidad quedan amortiguados por los tiernos brotes de la cebada y la brisa que acaricia las ramas de los almendros y los olmos, no tuvo casi nunca tiempo para estas cosas, pero sucede que como desde hace una docena de meses, en el oscuro túnel de nuestra historia presente se ha encendido una pequeña luz que oscila leve allá en el fondo, estos nuevos aires que circulan por el espacio hispano, se le ha venido encima un ramalazo tal de esperanza e ilusión como para pasar de ser un fanático escéptico a un escéptico esperanzado (creo que la idea corresponde a Tierno Galván), lo cual me obliga a cumplir ciertos deberes cívicos que ni de coña pasaban por mi magín años atrás. Sí, es esa idea de que todo ciudadano de bien está obligado a participar en la cosa de la polis de una u otra manera. Unos ejerciendo de diputados, gobernantes, etc., otros aportando nuestro granito de arena destinado a conseguir el bien común. En mi caso he encontrado que en estas fechas, tan importantes para la historia del país, puedo hacer pequeñas cosas, mínimas, lo sé, pero en ello estoy, y en este momento la esencial es denunciar a bombo y platillo la corrupción; hay que echar sin demora a toda la corruptela del PP de las instituciones; hay que concienciar a la gente del engaño permanente en que viven, engaño perpetrado por el enorme poder de los medios de comunicación públicos regidos por el partido en el poder; tenemos que entender que esa crisis de la que tanto hablamos es la crisis que ha permitido a las empresas del Ibex 35, a los más ricos, aumentar sus ganancias de manera demencial; tenemos que asumir hasta la médula de nuestros huesos que este austericidio impulsado por el gobierno, la Troika y las multinacionales tiene que ser detenido y sustituido por una política social destinada a cubrir las necesidades de los ciudadanos. Ahí tenemos a la señora Aguirre, también ella candidata a una alcaldía, dispuesta a multar y a hacer desaparecer a los indigentes de las calles para no asustar al turismo. El PP no entiende de problemas sociales, sólo entiende de privatizaciones y de servir de correa de transmisión para que la riqueza de este país vaya a parar a los bolsillos de siempre.


¿Cómo alguien imputado en un proceso de corrupción puede tener la osadía de presentarse como candidato a algunas elecciones? Y más sorprendente todavía, ¿cómo es posible que la gente siga votando a este tipo de personas? Las listas del PP están plagadas de ellas. Es algo más difícil de entender que el misterio de la Santísima Trinidad. Se ve que "ya semos europeos"... esta triste España de charanga y pandereta en donde los cuatro listos de turno siguen haciendo su agosto... No digo que un imputado deba de ser condenado a priori, que para eso, si viene al caso, ya están los jueces, pero hombre, aguanta tus ganas de seguir agarrado al sillón municipal, a tu escaño y espera tiempos mejores, sé digno, no nos vengas ahora a contar cuentos chinos en letras de molde para que una vez más volvamos a votar a quien probablemente no lo merece…

Durante estos años algo me llegó de asuntos nada claros en el entorno de la gestión municipal de Serranillos del Valle, pero no le di demasiada importancia. Mi relación con el pueblo es escasa, mi última aparición por allí estuvo relacionada con unas gestiones que hice en relación con un puente que cruzaría la nueva autovía AP-41 y que aparecía como derecho de reposición del camino principal que une Griñón con el cementerio de Batres en los planos de Fomento.  Fue el caso que dicho puente desapareció del primer proyecto y fue sustituido por otro unos doscientos o trescientos metros más al norte. Fui a Fomento, en Toledo, para aclararlo; me aseguraron firmemente que sí, que habría puente en ese nuevo lugar (hay que tener en cuenta que la autovía en caso contrario nos cortaría totalmente el paso con la zona oeste del municipio). Meses más tarde, cuando ya estuvieron las obras muy avanzadas, empecé a sospechar que allí sucedía algo raro, se estaba construyendo una estación de peaje y del puente no había señales. Fui a las obras, hablé con el encargado, me aseguró que allí no había ningún puente programado y me mandó a las oficinas de la empresa que estaban en la carretera de Carranque. Allí, mirando planos por aquí y por allá descubrieron que el puente estaba en el plano pero que a última hora alguien lo había hecho desaparecer. Vuelta a Fomento: tomadura de pelo. Entonces me largo al Ayuntamiento de Serranillos del Valle, visita al arquitecto, después al aparejador y más tarde al concejal de turno. Qué casualidad, por allí había una cortina de humo impenetrable, ambigüedades, extrañeza, intentos de convencerme de la cuadratura del círculo. No, al final no hubo puente. El puente estaba en los planos pero había desaparecido en la obra definitiva.

Fue atando cabos posteriormente, cuando descubrí la forma tan particular de cómo usaba la Visa del Ayuntamiento la excaldesa, que sospeché que acaso la manera en que el puente se había esfumado tendría que ver con algún pequeño arreglo entre la empresa que construía la autovía y la alcaldesa de entonces. No me ocupaba de política en aquel momento, estaba decepcionado por cómo eso que ahora llamamos la casta se había hecho con el país hasta dejarnos atados de pies y manos, y di el asunto por zanjado.

Ahora, viendo cómo funciona la gente del PP, ¿quién me asegura a mí que el dichoso puente no se esfumó por obra y gracia de alguno de esos sobres que circulan por Génova, de las constructoras a los alcaldes, de... la intemerata? En fin, son especulaciones, pero es que siendo como es un escarnio para este país el sufrir las consecuencias de esta mafia que nos gobierna, Garcia Montero relacionaba días atrás al PP más con una asociación para la delincuencia que con un partido político, no nos queda a los vecinos y ciudadanos más que unir fuerzas contra la infamia que supone ser gobernado por el partido de la corrupción y la desfachatez.



Enlaces a algunas noticias sobre la candidata del PP a la alcaldía de Serranillos del Valle:



Un millar de libros


El Chorrillo, 20 de abril de 2015


¿Qué pasa cuando en mitad de una abundante digestión después de haber usado media vida para dar por válido lo que haces o dejas de hacer mediante un saco de razonamientos, de golpe, debido a una inspiración pseudodivina, la virgen sobre un pedrusco de El Escorial, pongamos por caso, descubres que de lo que se trata es que uno es tan zoquete que ni siquiera se le ha pasado por la cabezota la posibilidad de que se esté equivocando y que lo único que está haciendo es dejarse llevar por los hábitos que adquirió en los tiempos de María Castaña, y que metido dentro de ellos no hace otra cosa que repetirse día a día a sí mismo en una especie de infecto continuum? Hoy me admira la gente que no se separa de su sillón favorito en el cuarto de estar, de sus programas de la tele, de dos o tres programas de radio más y que para variar los fines de semana se marcha a dar un paseíto por los centros comerciales de la misma manera que sus ancestros dedicaban la mañana a ir a misa y a tomar el vermú tras el santo oficio en el bar de la esquina. Esa fe del carbonero y esos hábitos hechos para atravesar la vida sin darle vueltas al coco ni menear un dedo que no sea para accionar el mando a distancia se me antoja esta noche como un muy deseable hacer que en algún momento me gustaría experimentar de la misma manera que me gustaría sentir los efectos del hecho de vivir dentro de la piel de un vagabundo que duerme en la calle sobre un cartón y pide limosna con un perrazo de aspecto melancólico a su lado. Pero no, los hábitos mandan y uno termina reproduciéndose a sí mismo ad infinitum durante décadas considerando que uno no ha nacido para vagabundo ni para aburrirse como una ostra frente a la teletonta.

 La vida, que tan corta es, debería servir para experimentar muchas vidas diferentes, catar de aquí y de allí, meter mano en esto y lo otro, reencarnarse en perros, gatos, jilgueros o tratar de desenmascarar qué coño se cuece en el cerebro de tantos humanos que, como Rato y compañía y otras faunas afines dedican infantilmente su vida, como cuando yo era muy niño, a coleccionar cromos, cromos o billetes de quinientos euros, tanto monta. Hele, ¿el antídoto para ponerse a buen recaudo de errores de ésta y parecidas índoles? Se me ocurre que un buen método podría ser intentar comprender el hilo conductor que mueve a esta gente, incluidos los personajes de Hola, los mafiosos, los cardenales y obispos de lujo, los banqueros del Vaticano, los mendigos, los desahuciados, la gente de bien, los que sienten en el pecho esa gran necesidad de hacer algo por los demás. Pero no, las cosas suceden de manera muy distinta, te llenas de hábitos y date, ya es como si tu vida fuera una autovía de la que no saldrás hasta el momento de palmarla. Te afilias al PC cuando tenías diecisiete años y cincuenta o sesenta años después sigues atado a las mismas consignas dale que dale sin darte cuenta de que el mundo ha cambiado un tantico desde hace décadas; te emperejilas con el cine, con los libros, con determinada música, con los veranos en Benidorm y con los inviernos en Baqueira Beret y de ahí ya no sales, o si sales, como le sucede al señor ese que fue tesorero del PP, es para atarte a otra manía mucho peor, la de convertir en oro todo lo que tocas.

El oficio ese de comprender debería ser un gran oficio. No necesariamente un oficio necesitado de algunos de esos tochos de filosofía que sólo un puñadito de lumbreras es capaz de comprender, no, se trata de saber qué coño hace uno, para qué lo hace, de entender lo memo que puedes ser durante media vida sin que en ningún instante seamos capaces de darnos cuenta de ello. Grave enfermedad que acarreamos, Dios nos coja confesaos, incluso cuando nos hacemos mayores, como si haber pasado por la vida montones de años no nos hubiera servido para saber distinguir el trigo de la paja. Ayer, sin ir más lejos, así razonaba mi linda cabezota en torno al hecho de haber leído muchos libros desde la infancia. Llevo desde hace una veintena de años una base de datos en donde voy apuntando los libros que voy leyendo. Pues bien, después de anotar los dos o tres títulos últimos leídos caí en la cuenta de que el último hacía el número mil. Hostia, mil libros leídos en un par de décadas no está nada mal, me dije, y entonces recordé una época en que yo andaba flaneando por algunas webs de encuentros buscando alguna amiga con la que compartir aficiones lectoras y lo que se terciara. Bien, pues en aquella ocasión, a la hora de rellenar el perfil que sirviera para tropezarme con un ser afín, una de las cosas que apuntaba allí era lo bueno que sería que además de coincidir en una serie de aficiones, ella, la candidata de turno, sería mucho mejor recibida si tuviera un millar de libros leídos a sus espaldas. Así me las gastaba yo entonces, un tiempo en que el índice de libros leídos constituía para mí una garantía para tener una relación con cierta garantía de éxito.

En realidad no era más que un enésimo intento de buscar una cómplice con quien satisfacer la curiosidad propia que se da entre hombres y mujeres, amén de querer dar salida a esa manía de necesitar comprender lo que pasa alrededor y dentro de uno. Una compinche con la que seguir mareando la perdiz de los porqués y que yo suponía más viable después de haberse metido entre pecho y espalda un millar de libros. En cosas así andaba yo esta noche cuando me tropecé con el interrogante de qué hacer con mi tiempo libre, y que dadas las circunstancias parecía destinado a repetir un conocido y reiterativo esquema personal que poco faltaba para resultarme ya aburridísimo. Descubrí hace tiempo la mina de caminar, de leer, de hacer fotos, de escribir, asuntos que reportaron réditos y satisfacciones estimables, pero sucede que después de años de más de lo mismo llegas a tener la sensación de que esa reiteración, ese sota, caballo y rey en que has venido embarcándote te empieza a pedir algún cambio. Hoy nos reíamos durante la cena montón cuando caí en escenificar alguno de los aspectos ridículos en los que tan fácil puedes caer un día sí y otro también; autoengaños para dejar de hacer lo que no te apetece, autoengaño para levantarte una o dos horas más tarde de lo que deberías, engaño cuando intentas defender lo majo que es eso de estar sin hacer nada cuando lo que ello esconde es una endemoniada pereza. Quizás lo que me estuviera pidiendo el cuerpo era añadir algún condimento al guiso diario. Descubrir, como hace algunos días, que junto al menú obligado en la calle Atocha de La casa del jamón, puerta con puerta puedes degustar una exquisita cena en un novedoso restaurante tailandés puede resultar un incentivo de lujo bajo determinadas circunstancias. Sería obsceno comparar un menú tailandés con una relación femenina adornada con el bagaje de un millar de libros leídos, pero sirva el ejemplo para saber de qué hablo. El alma y el cuerpo no dejan de ser entidades con particulares caprichos que conviene conocer a fin de darles satisfacción y amenizar el tránsito por la vida.


Uno se ve a veces tan simpáticamente ridículo con lo que hace o piensa que llega incluso a sentirse a gusto dentro de ese manojo de contrariedades.  No hace falta que lo diga Shakespeare para entender que al fin de todo este mundo es una broma en la que los humanos representamos el papel de unos pobres comediantes.

Padres e hijos


El Chorrillo, 4 de marzo de 2015

Las dos de la mañana. De fondo la música de la 5ª Sinfonía de Chaikovsky. Frente a la chimenea, como siempre. Un rato después de terminar de ver Birdman. Mi motivación para escribir estas líneas nacen en el contexto de una conversación entre Emma Stone, en el papel de hija de Michael Keaton. La hija rompe la percepción que el padre tuvo de ella y hace un breve análisis de lo que fueron sus relaciones desde la adolescencia, una vocación del padre por llevar a cabo su proyecto personal por encima de todas las cosas. El padre queda tocado por la sinceridad de su hija, permanece pensativo y silencioso por unos segundos y enseguida el segundo movimiento de la sinfonía de Chaikovsky irrumpe en la escena subrayando una especie de revelación interior en el padre que fue incapaz de percibir antes durante las dos, tres últimas décadas de su vida lo verdaderamente importante: su hija había quedado arrumbada tras sus obsesiones profesionales. La música fluye en este momento como un milagro capaz de devolver la visión al invidente que fue desde siempre; tal es la capacidad de alumbramiento de la música tras el silencio entre padre e hija. Precisamente este segundo movimiento también tuvo su momento magnífico en el cine de los años treinta, Dama por un dia, de Franz Capra, no recuerdo apenas nada de la película pero sí perfectamente la música acompañando unos minutos de gloria de la protagonista. Curiosa esa manera que tiene la música de convertir el cine en un arte complejo y polifacético hasta el punto de que podamos prescindir de los ojos para captar la emoción, el desenlace, el misterio, el horror que nos sugiere una secuencia casi exclusivamente de la mano de la música.


La película me ha gustado, no tengo ningún pero que poner, todo lo contrario. Actuaciones, guión, trama, imaginación, diferentes problemáticas tratadas con cierta profundidad; un film de hoy y de nuestro mundo que indaga por las relaciones humanas, los deseos de fama, las miserias también de la lucha por obtener altos índices de audiencia, por ser “dama por un día” en el trending topic del Twitter. Sin embargo entre todo esto lo que más ha logrado engancharme ha sido la cruda relación del protagonista con su hija. Padres e hijos, un tema que me apasiona pero que nunca toqué en mi larga experiencia de aprendiz de escribidor. ¿Por qué? No lo sé con exactitud, imagino que sigo la corriente general que dice que los principales asuntos que nos preocupan en la vida no deben tocarse. No se me ocurre otra razón. Acaso los dichos expresan mejor que otra cosa lo que corre por el caletre de los humanos, ese, por ejemplo, de mejor no meneallo, algo así como si, haciéndonos eco de que en todas las casas cuecen habas, quisiéramos hacer oídos sordos arropados por el comportamiento general de una realidad que puede llevarnos a las puertas de un paisaje, rincón de la memoria que más bien quisiéramos desterrar sin más contemplaciones al olvido.  Pero son sólo suposiciones. Mi lectura, que a veces es algo desatenta, es, sin embargo concentrada cuando me tropiezo con algo que me interesa sustancialmente. Cuando cazo algo en donde puedo estar metido yo, que adivino que puede concernir a mi pareja, a mis hijos, a una especial relación que tuve hace años, me vuelvo todo ojos y oídos. La última vez que me encontré una escena similar a la de hoy se desarrollaba en una novela de Doris Lessing, Love Again; un descarnado encuentro de una hija con su padre muy mayor, en donde la crueldad de los recuerdos resuenan como latigazos sobre el alma de ambos.

La falsa historia en donde el pasado aparece en forma de dulces de mazapán es una de las cosas que peor llevo cuando la memoria nos congrega en torno a una conversación pretendiendo hacer de ese pasado, de nuestras motivaciones una balsa de aceite. No hay rincón en el mundo en donde no exista o hayan existido retazos de guerra, luchas de poder, celos, silencios que hayan podido desbaratarnos el alma; también es cierto su contrario, no hay rincón en el mundo donde el amor y la ternura tengan su hueco. Quizás se salven de esta afirmación diez o doce casos por continente.

Precisamente el pasado domingo nos visitó una vieja amiga, una maña orgullosísima de su tierra, la bella y sedienta tierra de Los Monegros, que después de hacer una encendida defensa en pro de construir embalses que puedan proveer de agua al país y de darnos una lección sobre las bondades del sistema de riego por goteo, por alguna misteriosa razón terminó dirigiendo la conversación a alguna curiosidad de comunicación que se daba entre su marido y ella de una parte y la relación de ambos con sus hijos; coincidíamos en muchas cosas. Le paso la palabra a ella, pero antes quiero agradecerle desde aquí la docena o docena y media de huevos que nos trajo de regalo. Desde que se ha hecho granjera y hortelana, de vez en cuando nos damos el gusto de comer huevos de verdad. Espero que antes de largarnos por ahí a corretear por el mundo, le podamos corresponder con algún producto de nuestra huerta. Esto decía ella: "Una percibe que en el ámbito de la comunicación entre padres e hijos existen niveles diferentes. Todos nos sentimos cómodos en aquél en que compartimos las enfermedades, novedades, cuestiones de trabajo, incluso nuestras inquietudes políticas. Sin embargo hay otros niveles en donde escasamente entramos, y otros todavía más significativos en donde nunca veremos a ningún miembro de la familia entrar para ponerlos en común. Si yo intentara hacer una breve lista, decía, de lo que más me interesa en la vida, aparte de la salud y el bienestar de los míos, y quisiera comprobar el grado de interés que los otros manifiestan por las cabeceras de lista de mis inquietudes, probablemente me llevaría un gran chasco. Si a mi hijo, al que has escrito una larga carta en diferido, hablando le haces patente esta posibilidad te podrá decir que es que él se comunica verbalmente, que la lectura no es su fuerte; o te pedirá fotos de tus viajes sabiendo que las tiene a cientos en cierto blog que sueles escribir cuando vas de acá para allá. Quizás sea un ejemplo tonto". Voy con otro ejemplo que me cuenta esta amiga aficionada a la escritura y que hace años en el transcurso de un viaje por América Latina escribió un libro de relatos que publicó posteriormente con el título de Caminando. Mira, me decía con cara de incredulidad, un escritor malagueño hizo días atrás una crítica de mi libro. Entonces yo quise compartirlo con mis hijos y les mandé un whatsapp con el vínculo de la crítica a la familia. ¿Os podéis creer, nos decía ella admirada de que la única contestación hubiera sido un “vaya, mamá”? Ejemplo tonto acaso, pero que quizás sirva para adivinar de qué cosa estoy hablando.

En la película de hoy la hija, al fin decidida, le habla al padre de lo efímero de la vida y da cuenta de lo que ha sido contemplar a su padre desde que tuvo uso de razón como ese payaso del que habla Shakespeare y que se repite como un estribillo en boca de un comediante callejero en el film; aquello de: "La vida no es más que una sombra que pasa, un pobre cómico que se pavonea y agita una hora sobre la escena y después no se le oye, un cuento narrado por un idiota con gran aparato y que nada significa". El personaje de Michael Keaton había convertido a su hija en la prolongación de su propio proyecto personal. Y la vida era muy corta y ya casi no tendrían tiempo de reencontrarse ni compartir las pequeñas cosas que son el jugo de la existencia.

 Algo así como si un aire atávico, en donde la esencia no formara parte de la tradición comunicativa, sobrevolara nuestras cabezas impidiendo hablar de lo que realmente nos interesa, de problemas y asuntos que nos afectan. La misma amiga, que tiene por cierto una buenísima relación con sus hijos, decía un momento después socarronamente: “Estoy segura de que si mañana voy y cruzo el Pacífico a nado, a mi regreso ninguno de ellos me va a preguntar por el asunto. Nos queremos mucho pero las cosas son así". Nuestra amiga de Los Monegros, que por demás flirtea también con la escritura de un blog en donde se mezclan los caballos con largos párrafos sobre la filosofía de la vida, terminó por contar la anécdota de cuál fue la respuesta de su primogénito, una mente muy dotada para el humor, cuando le envió una fotografía con los últimos libros publicados por ella: con eso ya tenemos para calzar la mesa de la cocina. Eso fue todo. Algo debe de haber en la relación padres hijos, continuó, que oblitera la circulación de ciertos temas. Una puede optar por pensar que nuestro interés mutuo no es lo que parece, sin embargo no creo que sea del todo cierto; sucede que nos queremos, un hecho humano y biológico que no está reñido con que nos seamos ajenos en aspectos personales que pueden ser importantes para ti, pero no para tus hijos. Y viceversa." A un servidor, ante tal contestación no se le ocurre otra cosa que menear la cabeza dubitativamente. Siempre me gustó nombrar a las cosas con su nombre y a estas alturas ya es muy difícil cambiar de manera de pensar. Asumir una realidad que uno no gusta es uno de los principios que parece necesario asumir. Tengo una suegra para la que todo es amor, tanto que esa palabra perdió significado para ella y para nosotros desde hace siglos. Tiene más de noventa años, pero habita un mundo que, como le sucede al tal Rajoy, no es un mundo que pertenezca a la realidad que nos corresponde vivir. Sería muy jodido irse a la tumba pensando que el mundo por el que has transitado durante tantas décadas está hecho de bizcochos y mazapanes.

El gran moco de su señoría


  El Chorrillo, 3 de marzo de 2015

Estos días no deja de aparecer de continuo en prensa y televisión recuerdos notables de cómo sus señorías en el parlamento matan el tiempo y el aburrimiento jugando al candy crush en su tablet, consultando el modelito de bragas que se va a comprar online la aspirante a ministro; matan el tiempo cortándose las uñas en el hemiciclo o quien cubre su curiosidad femenina calentándose el cuerpo con un poco de pornografia. Y es que los padres de la patria son humanos, hay que recordarlo. Tremendamente humanos, se forran dándose de vez en cuando una vuelta por el parlamento, juegan, hacen crucigramas y sudokus y, como regalo, disfrutan de una patente de corso para hacer lo que les salga de ahí mismo, como el mismísimo rey Juan Carlos amasando dinero en comisiones del petroleo o dejando por ahí herederos con que animar la fiesta nacional de la monarquía. Todos estos personajillos. protegidos de la intemperie bajo el paraguas del aforamiento, hacen lo propio, esa parece ser la conciencia que sus cerebros fueron alimentando. Pero aún así, nadando en el chollo como un Nerón en su baño de leche de burra, sus señorías se aburren, matan el tiempo, es decir, convierten el parlamento en las sentinas donde van a parar los restos de una copiosa digestión, en un lugar donde sestear tras la comida. Sus señorías, la mayoría, vamos, no todos.

El diputado Miguel Ángel Revilla viendo culos debidamente camuflados entre unos folios

   En estos días, decía, tan propicios para que nos sumemos a un clima de comprensión que debe rodear a las figuras de los padres de la patria ante las debilidades de sus carnes, me gustaría recordar también algún hecho en las sesiones del parlamento que no aparecen en las acta de la cámara y que sin embargo dan testimonio de la profunda humanidad de nuestros padres patrios. Me viene a la memoria cierta sesión parlamentaria en que Alfonso Guerra, en ese momento vicepresidente del gobierno, fue captado por la cámara de un periodista sacándose un gran moco de la nariz. Esto recogía la cámara: primero su dedo anular se abrió paso en su fosa nasal izquierda intentando localizar algún resalte bajo el cual la uña pudiera hacer de palanca y sustraer así aquella sustancia mitad viscosa, mitad sólida que habría de servirle de entretenimiento mientras Felipe González desde la tribuna de los oradores argüía a favor o en contra de la OTAN, que las dos cosas hizo en un tramo corto de tiempo. Luego Guerra, cuando el moco debía de estar en condiciones de ser extraído sin graves desperfectos, decidió recurrir a su dedo índice, el mismo con el que arengaba a las masas sedientas de democracia. Así el índice entró en funcionamiento, apalancó, extrajo y, ya a la luz del hemiciclo entero, fue ayudado por el pulgar.  El moco entre el índice y el pulgar del señor Guerra era en ese instante primo hermano del ipad de la señora Villalobos jugando al Candy Crush o lo que fuera. Guerra miraba a las musarañas mientras disfrutaba el gustillo del moco, en principio abrupto de formas como un pedrusco sacado de la madre tierra aunque con restos de lava en estado semisólido. No tardó en imprimir un movimiento circular a su dedo pulgar que, sobre el dedo índice, amasaba y daba forma al moco que había capturado en las profundidades de sus fosas nasales y que poco a poco bajo el calor y la frotación de sus dedos iba convirtiéndose en una pelotilla dócil que adquiría una forma esférica que salvando las distancias bien podía parecerse en su aspecto externo al planeta Marte. Ni OTAN ni leches, el vídeo mostraba el rostro complaciente de un diputado que estuviera en el mejor de sus mundos regodeándose en dar forma a su moco. El vídeo no mostraba qué hizo posteriormente el señor Guerra con su moco, pero es muy posible que en estos días algún aficionado a los fósiles pueda encontrárselo pegado bajo el reposabrazos de su antiguo escaño.

Su señoría eligiendo las braguitas de pasado mañana 

Benditos padres de la patria a los que como a todo hijo de vecino se le forman mocos en las narices, tienen que sestear de vez en cuando, cortarse las uñas, hacer su pedido online de braguitas o tienen necesidad de vociferar desde su escaño "que se jodan", sí, los parados, aquella perla parlamentaria que es la hija de Fabra, el huesped de Soto del Real; benditos, pobres, al fin de cuenta todo el mundo tiene una debilidad, ¿no?


Su señoría cortándose las uñas

Su señoría matando el tedio jugando en su tablet

No es que no nos representen, es que de sinvergüenzas y caraduras está el mundo lleno. Nosotros, ya se sabe a votar cada cuatro años y después a nuestras casas, a seguir desde nuestros televisores los ojos chispeantes de la señora Villalobos ganándose la vida presidiendo el parlamento mientras se gana vidas con sus jueguecitos, mientras las mentiras van brotando babosas de los labios del primer ministros, mientras la cla del PP, medio dormida, aplaude siguiendo el rito milenario de lamer el trasero al jefe. Mientras alguien pinta un país que no existe más que en su imaginación, sus señorías, juegan, dormitan, o dan forma a un gran moco que se han sacado de la nariz para paliar el aburrimiento de la sesión.