Nada nuevo bajo el sol




Negrito, que ha salido inteligente y muy dotado para subirse a los árboles, ya no sólo es capaz de leer los versos de José Ángel Valente, como se veía el otro día en una fotografía de mi muro, sino que el muy cabrón ha descubierto que allá, alrededor de esa caseta de madera que yo clavé en el tronco de la acacia, vuelan con más frecuencia de lo debido unos bichos alados que continuamente van y vienen llevándose siempre en el pico algo comestible. Ya, ya le veía yo las intenciones estos días atrás cuando empecé a contemplar sus ejercicios de alpinista sobre los troncos, una de las maravillas, por cierto, que cabe contemplar desde mi ventana; troncos gruesos a los que sin más se encarama y, con una velocidad inverosímil, como si aquello fuera coser y cantar, patita aquí manita allí, trepa superando los tres metros de la rugosa acacia en un plis plas. Todo un espectáculo; y todo un espectáculo verle rehacer el camino de regreso.
La mucha sagacidad de nuestro gato y su gran desenvoltura para trepar a los árboles, se ha convertido de repente, sin embargo, en un problema, porque ahora, preparado como se encuentra no tardará en asustarme a los pájaros. Eso pensaba ayer, pero es que hoy, en un momento que he levantado la vista del teclado me he encontrado al precoz Negrito tan ricamente sentado sobre el comedero y trepando posteriormente a las ramas superiores persiguiendo a un par de carboneros que se estaban desayunando sus pipas en las alturas. Tuve que salir a espantarlo; tío, le dije, si te metes con los pájaros te mando un zapatillazos; pero no me hizo caso, siguió nervioso buscando entre las ramas el objeto de sus deseos.


¡Ah, los deseos! El deseo del cazador, el instinto  de reproducción, las endorfinas, la testosterona, el instinto de supervivencia, la adrenalina, el deseo de poder, las lujuriosas proclividades del rey Midas, maravillosos mecanismos que de una manera u otra nos mantienen en perpetuo movimiento; aguzado el olfato, con el estado de ánimo como a salto de mata, siempre dispuesto a zamparse cualquier cosa que se mueva entre los matorrales, a montar a la hembra en celo, a aprovechar la ocasión para hacer negocio con el ladrillo o a sobornar al político de guardia y obtener así pingües beneficios.
Esa fuerza que nos propulsa, y nos dice: estás vivo, estás vivo. Sólo le pido a Dios/ que la vida no me sea indiferente... canta Ana Belén; o García Calvo, ayer mismo fallecido: Y ¡cómo bajo la niebla/ va floreciendo el fuego!/ ¡Muera yo todo, muera,/ si no lo siento! No existe la calma chicha en el mundo, el que más o el que menos vive rodeado de anhelos y de secretas puertas que nos llaman misteriosamente como en el relato de H.G. Wells, esa puerta en el muro que convive paralela a nuestra prosaica vida profesional o familiar, que nos reclama con fuerza magnética hacia algún jardín encantado que todavía retiene el perfume de algún anhelo.


Nuestros huérfanos, Negrito y sus hermanos, ahora hacen guardia bajo el comedero de los pájaros, les inquieta aquellos pajarillos que revolotean continuamente a su alrededor; dentro de unos meses tendrán sus noches de amor y las horas de la madrugada recogerán sus humanos y enternecedores maullidos de placer; mientras tanto juegan con pelotas de goma y le gusta tumbarse en la alfombra y que les acaricies la tripita (¡y a quién no!). Es decir, la tierra se mueve, nada nuevo bajo el sol.

Esta madrugada las nubes de levante lucían brillantes en su abdomen el resplandor rojizo que emanaba del alumbrado público de la ciudad, era el resplandor propio de una inmensa hoguera; estaba oscuro y el color era intenso; perduró un buen rato y, después, mediada mi caminata, por encima de las nubes empezó a crecer poco a poco la mancha clara del alba. Entonces el fuego se fue extinguiendo, la luz se fue tragando el espectáculo que sólo fue posible en la profunda oscuridad. Unos pocos minutos más y las ventrudas nubes, desvestidas de su fulgor ígneo quedarían en oblongas y oscuras formas como pesados zeppelines que estuvieran testificando un mal augurio para el día que comenzaba.