Más de lo mismo


El Chorrillo, 21/11/2013



Debería escribir unas líneas que se titulen algo así como Agradecimiento a un maestro, en justa respuesta a un mensaje que recibí anoche mismo y que me trajo un poco de felicidad, el reencuentro con una ex-alumna después de treinta años, pero no me resisto a continuar antes con el tema del día anterior, el que titulé Un culo bonito. La foto de ayer no era mía, pero aún así daba gusto asomarse a mi blog y mirarlo, sí, mirarlo, toda tranquila y placentera contemplación. Era como la estatua frente a la que rezaba y miraba yo durante horas siendo tierno estudiante de un colegio de los salesianos, una, de María Auxiliadora y otra de la Inmaculada, una en un altarcito lateral de la iglesia de Estrecho de Madrid y la otra a la izquierda del altar mayor sobre un breve saliente que imitaba las volutas de un capitel jónico. Vírgenes de las devociones de mi infancia a las que me arrastraron una perseverante y tenaz educación ejercida desde el púlpito y el aula durante los siete días de la semana, durante ¡nueve años!. Nueve años, los suficientes como para convertir el cerebro de los pobres infantes en mantequilla. Sí, ellas eran la versión infantil de mi devoción actual. Bajo estas estatuas de escayola, postrado de hinojos como un miserable pecador, pobrecito, siete, ocho, nueve años y ya en mi pequeña cerebro debía de sentir el peso de mis pecados propios y ajenos, porque yo era pecador mucho antes de haber nacido (estas cosas de la teología son realmente curiosas), pecador, primero por culpa de unos padres anteriores a los hombres que pintaron aquellos hermosos cuadros en las oquedades de Altamira, anteriores al hombre de Pekín, anteriores a... ¿Cuántos millones, miles de millones de años antes de que yo naciera una señora se había comido una apetitosa manzana starking, razón por la cual a mí me habían colocado el san benito de pecador condenado al fuego eterno... a no ser que alguien viniera a redimirme de él? La cuadratura del círculo era el fuerte de aquellos docentes vestidos de negro. Y en segundo término era pecador ¿por qué? ¿qué terribles pecados puede cometer un inocente infante de siente u ocho años? Buaaaa, y lo curioso es que todavía les vienen con el mismo cuento a sus feligreses y éstos, dócilmente, claro, asienten. Pero me salgo del tema, decía que la foto de ayer, ese culo bonito, era como la réplica de mis devociones de hace más de medio siglo.
Pues bien, esta noche me llama por teléfono una amiga desde Barcelona y va y me dice que ya estoy otra vez en la misma honda, ¿eh?, que... Claro, y tiene razón, pero yo voy y le digo que si los prolijos teólogos se pasan la vida escribiendo enormes y aburridos tochos para probar la existencia de Dios y amenizar sus alrededores con dioses que son tres en uno, más la añadidura de una virgen que tiene un hijo concebido sin intervención de varón, etc... ¿cómo no se me va a permitir a mí, que también tengo mis diosas y mi religión particular, escribir unos pocos y miserables folios sobre el asunto? Le decía a mi amiga de Barcelona que en las cosas de la teología feminil, por decirlo de alguna manera, todavía andamos en poco en porretas en este país, que uno no oyendo hablar de sexo de los ángeles lo otro le parece todavía oscuro en exceso, top secret, tabú; uno puede recitar en voz alta en un templo un montón de padrenuestros sin que a nadie le llame la atención, o puede decir montones de "qué bonito" frente a los cuadros del museo del Prado sin que ningún observador levante la mirada hacia él, pero alguien va y, dando un respingo, expresa su devoción por un culo bonito, ya la tenemos armada, los me gusta del Facebook desaparecen como por arte de magia, eres un proscrito, la cosa se lee, porque la cosa se lee más que otros títulos, pero...; una amiga de Barcelona o de Pekín te llama y te dice que ya estás con la misma. Pero, coño, ¿cuantas avemarías decía yo a lo largo del día y a nadie le llamaba la atención?... ¿Y es que ahora uno no puede ser devoto y expresarlo, eso, con devoción, recurriendo por demás a notorios místicos que más o menos expresaban lo mismo aunque con diferentes palabras? Probemos cómo suena: lleno eres de gracia, bendito tú eres entre todas las cosas, gloria a ti como era un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén. A mí no me suena en absoluto mal, toda una verdad universal sin posible discusión a no ser que una frigidez mental haya bloqueado todas nuestras neuronas. Y si no, que se lo digan a mi amigo, también de los alrededores de Barcelona, mi amigo el caballero andante con quien comparto algunas queridas y entrañables devociones relacionadas con el asunto que me traía ayer entre manos.
De todos modos, y aunque sólo esté relacionado tangencialmente con el asunto, es muy curioso que lo que se tiene entre las piernas, lo que se hace con ello, la belleza de los cuerpos y la devoción por alguno de éstos, sea materia escurridiza poco dada a servir de comunicación en el ámbito público, si es que no sirve, desgraciadamente, como materia bufa de intercambio en el ámbito de un machismo trasnochado y degradante. Una curiosidad que se hace más curiosa aún cuando sabemos que el asunto en sí bate todos los records de interés por parte de los adultos y los no tan adultos. En un trabajo de Lou Marinoff, Más Platón y menos prozac, se asegura que, según estudios fiables de una universidad americana, más del ochenta por ciento de los pensamientos de los humanos está relacionado con estas cosas.

Hoy al irme a la cama no olvidaré antes de cerrar los ojos mis oraciones; la vida no necesita una póliza de seguros para un tiempo en que, como reza un verso de César Vallejo, hasta tus puros huesos estarán harina; así pues el receptor de mis oraciones será con toda probabilidad algún  motivo hermoso. Hoy, como hacía aquel viejo budista, cuando me acueste dejaré sobre la mesilla de noche un vaso boca abajo en señal de que la vida ha concluido; si mañana me despierto, al abrir los ojos daré gracias al cielo y volveré a poner el vaso boca arriba como agradecimiento a ese otro día más que se me otorga. Es muy probable que, con suerte, parte de ese día que comienza me traiga algún buen motivo para sentirme vivito y coleando, acaso, incluso, mis pensamientos encuentren un varadero apropiado a la caída de la tarde para hacer descansar mis ojos por un minuto en alguno de esos iconos de los que soy devoto.  Buenas noches :-).