Arrogancia azul



El Chorrillo, 17 de enero de 2015

Escucho por unos momentos a la que fue alcaldesa de Alicante, hoy imputada en cinco casos de corrupción. Soberbia, desprecio, arrogancia, el modelo de muchos personajes de nuestra derecha, la de siempre. La arrogancia de la clase política que se aúpa desde las aras de los altares y desde el regazo de los que hacen dinero fácilmente. ¿Cómo se llega a esta situación de infamia y de corrupción moral tal? Si tú te manifiestas en los medios moralmente corrupto, la gente que te pueda escuchar tendrá un mal concepto de ti, pero si te muestras arrogante y despreciativo hacia los otros parece que eso no, que eso es correcto; esa es la moneda de muchos personajes que veo últimamente en los medios, y los tíos/tías tan contentos, y los acólitos junto a la feligresía completa aplaudiendo. Hasta este punto ha llegado la inmundicia moral, hasta el momento de que veamos cómo la degradación es aplaudida como si de presumir de un Rolls Royce se tratara. Recordemos a la hija de Fabra, el que está ahora en la cárcel, gritando en el parlamento ¡que se jodan!, referido a los parados. La moral ha desaparecido de nuestro horizonte político y ahora todo vale, la desfachatez es regla. Las víctimas del franquismo yacen por todo el país esperando todavía justicia y reconocimiento; esas fosas son para uno de los puntales del PP, un niñato de enfebrecido verbo, Casado, "fosas de  no sé qué". Se reúnen en grupitos aquí y allá, todos bajo el símbolo de la gaviota, y se enardecen entre sí gritando soflamas e insultos contra los muertos, contra los parados. La carroña prolifera en nuestro país a bombo y platillo de las soflamas de los acólitos de la calle Génova.

De todo ello lo que más me llama esta noche la atención es esa arrogancia que produce ganas de vomitar, esa casta de engendros que arropados unos con otros por el dinero o por el humo de los incensarios han llegado a tener la plena convicción de que España es una propiedad privada        y que como tal pueden hacer uso de ella a su entero capricho. Si uno no parte de esta premisa asumida por esta gente es totalmente imposible que hubiera alguien como esta ex-alcaldesa que hablase como habla. Sería penoso tener que recordar todos los desmanes de esta gente, la arrogancia que la mayoría de ellos exhiben como carta de presentación; están en las portadas de todos los periódicos y televisiones privadas, en cualquier hemeroteca. La infamia hoy es de dominio público, es parte de la sustancia primera del poder.

¿Pero qué es eso de la arrogancia, en qué consiste, cómo llegan algunas personas a ese punto de degradación que además no sólo no parecen percibir los oyentes sino que además se convierte, parece, en estandarte de una clase, la tan bien nombrada casta. La cosa llega hasta el punto de que oír y ver a una señora de estas características le produce a uno inmediatas ganas de vomitar. Pero no sólo sus actos, se ve obligada a dejar la alcaldía como consecuencia de demandas de corrupción y al día siguiente una cadena de televisión la contrata como tertuliana. Así funciona la cosa. A vuela pluma se me ocurre pensar en lo interesante que sería poner a esta mujer frente a sor Lucía en un programa de gran audiencia. Pura dinamita.

Los arrogantes parecen como si se nutriesen del aplauso de una panda de imbéciles, que como al tonto del pueblo ríen sus gracias y les aplauden a rabiar, un mecanismo que retroalimenta el cerebro de algunos ponentes hasta el punto de llenarles la sangre y el verbo de altanería sin límites.

¿Qué valor, qué sentido tiene la vida de esta gente? A veces los imagino en una borrachera permanente de sí mismos y de su engreimiento y no despertando de ella ni en los momentos previos a su muerte. Vidas estériles que se inventaron una existencia inútil llena de fuegos de artificio, una mentira tras otra atravesando los años frente al espejo, ensayando siempre el gesto altanero, la mirada altiva, ese cómico de que nos habla Shakespeare, "la vida no es más que una sombra que pasa, un pobre cómico que se pavonea y agita una hora sobre la escena", sólo que en este caso el cómico, que ha seguido asiduamente cursos de arrogancia y altanería hasta conseguir un máster en tal materia, creyéndose el rey del mambo, lo que hace es dar muestra de una necedad mucho más notoria, ciego como está en su borrachera de autosuficiencia.


Pidamos a los cielos que esta basura que ocupa el país sea barrida de la faz de la tierra para siempre durante este año, que todos los Castedos, Casados, Pones, Cospedales, Aguirres, Barcenas, Ratos y carroña similar los barra el viento de la cordura de los votos de los ciudadanos de este país. Que así sea.

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