Construir una conciencia colectiva


El Chorrillo, 25 de febrero de 2015

Los primeros pasos de un círculo Podemos. Hoy me quedé hasta muy tarde frente a la chimenea. Habíamos prolongado nuestra charla tras el café de la cena y en el hogar de la cabaña ardía un buen fuego alimentado por los troncos del almendro que he podado últimamente; habíamos tenido una breve conversación en la que comentamos la reunión de esta tarde en el círculo Podemos y después Victoria había cogido el petate y se había marchado a otra parte de la casa a seguir con una tarea abandonada a mitad de la tarde. Entonces, al quedarme solo, decidí ver el último programa de Otra vuelta de tuerca en que Pablo Iglesias entrevistaba a Jean-Luc Mélenchon (en este vínculo podéis seguir la entrevista si os apetece; es un programa que aprecio y en donde creo que se pueden aprender muchas cosas.




Las llamas bailoteaban alegremente bajo la pantalla de metro y medio donde la entrevista tenía lugar. Yo miraba a Mélenchon y a Pablo Iglesias mientras estos hablaban de momentos históricos distintos, pero no perdía ojo a las llamas amigas de mi chimenea. Así hasta que oí a Mélenchon hablar del Facebook y el Twitter cuando se refería a la necesidad de construir una conciencia colectiva. Ojo, aquí hay algo importante, me dije. Rebobiné. Se hablaba del largo proceso de formación de una conciencia en un país; años, décadas, acaso siglos de trabajo para llegar a las conciencias, para construir desde ahí una democracia, un mundo más justo. Uno, que se ha pasado más de media vida haciendo de su profesión de maestro una vocación de toma de conciencia, creyendo que la educación en la primera década de la vida es esencial para construir una sociedad más sana, justa y solidaria, no puede dejar de oír estas ideas sin sentir dentro del cuerpo un hilo de emoción, la confirmación de que el trabajo que ha hecho durante treinta años tenía mucho de esa labor de construcción social.


¿De qué nos servirá cambiar de partido, desplazar nuestro voto de una opción política a otra si nuestra conciencia colectiva vive adormecida por la adormidera secular de los medios de comunicación en manos del dinero y sus testaferros? Con este pensamiento volvía a la reunión de la tarde y miraba a aquella como una especial benevolencia pensando que a fin de cuentas desde nuestra pequeñez estábamos empezando a hacer algo que tenía mucho que ver con ese trabajo colectivo de construcción; construcción desde las instancias más elementales de la sociedad, el pueblo en el que vives, las calles por donde te mueves.

Muchas cosas están cambiando en nuestra sociedad y una de las que más me gustan es esa que empieza a hacer a la gente de a pie gestora de su destino, de su municipio, de las decisiones políticas que han de afectarle, desde la sanidad, la educación, el trabajo. Por primera vez tenemos en España una nueva forma de hacer política: las asambleas en pueblos, círculos, ciudades, grupos profesionales, se autoconstituyen en círculos, toman la iniciativa y empiezan a hacerse hueco en la jerarquía piramidal del poder municipal o parlamentario elaborando propuestas, votando desde abajo sus representantes y haciéndose oír en todos los ámbitos del territorio nacional bajo el nombre de Podemos, ese hijo bien nacido de las asambleas del 15M.



Da gusto encontrarse con una docena de vecinos a los que antes no conocías y comprobar que tras un par de reuniones puedes decir que tus amistades han aumentado repentinamente, que vecinos con los que te cruzabas hace un mes y te resultaban indiferentes son ahora compañeros de batalla, gente con la que codo con codo puedes unirte en una lucha por un mundo mejor que ya se demoraba excesivamente perdida en la incapacidad de no poder sumar fuerzas frente esta loca arremetida de la derecha obsesionada por vender el país al mejor postor; da gusto descubrir que no estás solo y que cada vez somos más los dispuestos a dar la vuelta al sistema.

Ya no son los partidos políticos desde su posición de ventaja y su estructura vertical de poder los que van a tratar la cosa pública; ahora desde esta pequeña instancia de un círculo en un pueblo que ronda los cuatro mil habitantes, un pequeño grupo de vecinos que se reúne, establece un orden del día y discute sobre los problemas locales y nacionales, empieza a sentir ese frescor que se desprende de aquel lema que dice: “Sumando Podemos”. Será posible o no, pero el clima y el calor que surge de una reunión de éstas es algo que puede encandilar al más pintado, y más todavía cuando palpamos la espesura de tanto despropósito pepero y gubernamental.

La dignidad al poder, reza una de las consignas que se alzaban sobre las cabezas de la gente, y que fotografié en una de las manifestaciones del 15M. Recuperar la dignidad perdida, romper el cerco de zafiedad de la mafia que nos gobierna -el PP y todos sus cofrades-, retomar la voz de la gente a través de las asambleas, echar a estos patanes del poder, desterrar el austericidio al que nos han sometido, meter en la cárcel a toda la cofradía de los corruptos; asomarnos a un mundo nuevo en donde nuestros hijos y nuestros nietos aprendan y ejerzan una democracia del pueblo y para el pueblo. ¡Guauu! Los dedos de las manos se embalarían sobre el teclado construyendo oraciones yuxtapuestas de este cariz hasta el infinito: tantas son las fechorías que nos han hecho, tal el secuestro de las instituciones.


Bueno, pues ese es el aire que se respira una tarde cualquiera en una reunión de Círculo. Aire de esperanza, de ilusión, ganas de cambiar el mundo, confraternidad, esa sensación de que estas reuniones semanales, con lo reducidas que puedan ser todavía,  pero vivas y palpitantes en miles de círculos trabajando en toda España, pueden estar gestando ya eso que Mélenchon denomina construir una conciencia colectiva. Y no sólo eso, que la cosa da también para departir, hablar del terremoto de Albacete, que muchos querrían atribuir a los dirigente de Podemos :-), tomarnos unas cervezas juntos y despedirnos a la salida del bar donde nos reunimos con los últimos encargos de trabajo para la semana: quién se va a encargar de esto o lo otro, quién comprará la tela morada de la pancarta, comprará en un chino el spray de la pintura, quién se hará cargo de la nueva web y el foro, quién hablará con la alcaldesa para conseguir un lugar de reunión o se ocupará de diseñar y dar a la imprenta los folletos de difusión para la próxima asamblea en que haremos la presentación pública del Círculo. Hasta dio tiempo para que los últimos de Filipinas de la reunión nos hiciéramos la foto de rigor antes de despedirnos, esa que aparece al principio de estas líneas. 







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