El Chorrillo, 12 de
febrero de 2015

Precisamente el día posterior al que un grupo de once
voluntariosos vecinos de mi pueblo nos reunimos para rendir homenaje a esos
aires de cambio que atraviesa el país. Decía más arriba que la feligresía
podemita se extiende como una mancha de aceite por el país, pero más valdría
decir como un reguero de pólvora, eso sí, dispuesto a hacer saltar por los
aires un concepto de sociedad y de la economía que hoy por hoy y durante décadas
ha permitido vivir a cuerpo de rey amontonando dinero y prebendas a los mismos
listillos de siempre; listillos con el franquismo, listillos con la
"democracia", listillos servilmente servidos por los mamporreros del
PP hasta la demencia. Sí, pummmm y a la puñetera mierda, que ya está bien;
garrapatas y sanguijuelas saltando por los aires. Últimamente sueño con ese
pum, un pum a lo Sziriza que nos haga dueños de nuestra voluntad, la de todos, dueños
de nuestras instituciones de este hermoso país que es España. Hoy, el bueno de Julio
Anguita ironizaba en Facebook con estas palabras: "Con Podemos ira todo a
peor, y si no mirad Grecia: dan alimentos, luz y sanidad gratis a los pobres y prohíben
los desahucios. Y encima van y suben el salario mínimo. Menos mal que aquí
tenemos a Rajoy". Bueno, pues hasta una evidencia así, el amigo Anguita
ironizando a costa del PP, puede pillar a algún adormilado desprevenido, que es
el caso de un amiguete cuando leyó el enlace compartido que yo había colocado
en mi muro con la cita, no dando credibilidad a la autoría de esas líneas. Ah,
la ironía, un arma que hace honor a la inteligencia y que de ser bien usada
puede ser más peligrosa que todas las cosas. Pero también de ironía está hecha
la vida; como la mismísima fidelidad con que se acata la Constitución en este
país donde en vez de rescatar a los ciudadanos con problemas de vivienda o
atender con medicinas a los enfermos de hepatitis C se dispendia el dinero
rescatando bancos y regalando tarjetas black a todo hijo de vecino siempre que
pertenezca a esa exquisita familia de los listillos. Que me voy por los cerros
de Úbeda; hablaba de la creación de un círculo.
En la reunión Victoria y yo tan sólo conocíamos a la
persona que nos había invitado y a Juan el animoso despedido de Coca-Cola que
moderará el encuentro y con los que habíamos coincidido en la manifestación del
día treinta y uno; sin embargo no fueron necesarias muchas presentaciones,
estaba en el aire que todos participábamos del mismo espíritu tribal que llevan
a los componentes de una comunidad a levantarse en pie de guerra contra los usurpadores
de sus derechos y sus recursos, en muy pocos minutos el brillo de los ojos de
los concurrentes y poco después las palabras de presentación que cada uno hizo
de sí mismo, ya hizo posible que un hilo de emoción corriera, pienso, por el
interior de cada uno de nosotros. Así, de golpe, once personas se encuentran y
de bóbilis bóbilis la empatía, la comunión de sentimientos, los deseos de
justicia, como un catalizador que pusiera en movimiento un compuesto químico
hasta ese momento inerte, se aglutinan, se mezclan y como resultado todos nos
vemos envueltos en el mismo magma rejuvenecedor impelidos por los deseos de
cambiar el injusto mundo en que vivimos. El paro, los sueldos de miseria, la
precariedad laboral, el expolio de la educación y la sanidad, el que los
currantes carguemos con la casi totalidad de los impuestos, los jóvenes sin
trabajo, la corrupción, basta a todos los reunidos para sentirnos parte de la
misma piña, ilusionados pero muy conscientes también de que hay que mojarse
como no los hemos hecho hasta ahora. La certeza de que es necesario hacer política
y comprometerse con un proyecto para que no nos roben hasta el alma era algo
que bailaba en la mirada de todos nosotros.
Tres horas duró aquello; cuando acabó, camino de casa,
miraba el manto estrellado que cubría el cielo, la soledad de la pista que
atravesaba los campos de labor y me decía a mí mismo: pero, coño, ¿quién te iba
a decir a ti, el correcaminos que ni leía el periódico, ni veía la tele, ni sabía
nada de nada de lo que pasaba en el país porque el escepticismo había crecido
en sus tripas al punto de no tener en su cabeza más que sus libros, su huerta, su
música, sus caminatas por los Pirineos, los Alpes o cualquier lugar de estas
tierras, que un día iba a despertar metido en una reunión de podemitas con unas
ganas y una ilusión enorme por cambiar el mundo?
Bendita ilusión que me visita estos días. Increíble
historia ésta que como un milagro parece surgir del erial desolador de un país
tomado por los testaferros -no es otro cosa el partido del gobierno- de los ricos,
del Ibex35, de los bancos, que han secuestrado la democracia para convertirla
en la herramienta con la que como sanguijuelas y garrapatas chupar la sangre a
los ciudadanos de a pie. Bendita ilusión la de hacer frente a esto.
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La plaza de Serranillos en los años 70 |
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